lunes, 3 de noviembre de 2008

Y cuando un hombre
extiende sus brazos
abraza el universo
bordea el horizonte
señala la discrepancia
con el hombre
pero sobrevive
permuta con el tiempo
la flaqueza del destino
y deriva a todos ellos
la deriva de los nombres
y es ante la postura sumaria
del designio
cuando se postula ígneo autodidacta;
al dolor de brazo derecho
lo llamará: angina de pecho
al dolor de corazón: infarto
a la ausencia: soledad
a la soledad: búsqueda.
Ya extendidos los brazos
anhela la contradicción;
parar herido
o continuar intacto
Sé que todo es un código
que todos somos un número
y volver
a las sopas de letras
buscando tu nombre
a la ciencia inexacta de la materia
la cifra irresuelta
ahora abogo por las ciencias
quid pro quo
la suerte sólo es un estado de emergencia
la cautiva no sabe
que ya no actúa el silencio
ni la conciencia
sabe, eso sí,
que ha venido para quedarse
Amor,
todos los nombres del universo en vano
todas las cifras siempre son
muertes, heridos graves
o cadáveres
buscando no obstante
una única palabra,
¿entonces?

Ámame y te amo